
El Día Internacional de la Mujer, a diferencia de lo que muchas personas creen, no es solo un día para salir a la calle y alzar la voz por nuestros derechos como mujeres, es también el momento de echar la vista atrás y reconocer la labor de todas las que arriesgaron ―y en muchos casos, perdieron― su vida por defender sus derechos ante una sociedad que las oprimía y se negaba a escucharlas.
Gracias a su lucha, hoy en España podemos estudiar lo que queramos, participar en la democracia libremente, trabajar y decidir qué hacer con nuestro dinero. Pero, sobre todo, podemos alzar la voz sin ser humilladas, porque la lucha sigue.
Hay una parte del estudiantado femenino que, estando atrapadas en la precariedad salarial, siendo madres jóvenes o enfrentando el racismo en las instituciones, se encuentran con un muro a la hora de acceder a ese sistema universitario que muchos tachan de perfecto e igualitario, y que todavía no lo es.
Nos enfrentamos cada día a un sistema universitario que sigue repitiendo los mismos patrones llenos de desigualdades: se nos minimiza al cuestionarse nuestras capacidades en ciertas titulaciones y no se nos respeta desde el momento en el que nos tenemos que enfrentar a situaciones de violencia machista, que todavía persisten en las clases, pasillos y fiestas universitarias, manifestándose en comentarios sexistas, acoso sexual y relaciones de poder.
La feminización y masculinización de las titulaciones son un claro ejemplo de los estereotipos que siguen condicionando nuestro futuro. En los grados STEM, la tasa de mujeres matriculadas nunca alcanza el 50 % y, en grados como informática, apenas existimos. Este patrón nos persigue más allá de la universidad: en el mercado laboral solo uno de cada cuatro puestos STEM está ocupado por mujeres.
También dentro de las propias universidades la discriminación persiste, existiendo una brecha salarial que sitúa al personal femenino un 12,7 % por debajo de sus compañeros hombres.
Salgamos a las calles y defendamos un feminismo para todas, no solo para unas privilegiadas. Un feminismo que no convierta la lucha por la igualdad en una simple cuestión de “romper techos de cristal”. Denunciemos el intento de utilizar el discurso anti-trans para dividir al movimiento feminista, porque el feminismo es inclusivo o no será. Y lo más importante: luchemos contra quienes usan la causa feminista como arma política mientras las universidades siguen sin recursos para desarrollar plenamente sus políticas de igualdad.
Frente a este panorama, este 8 de marzo, desde el Consejo de Estudiantes de la UAM, no nos conformamos y alzamos la voz por una universidad que luche por una sociedad feminista, libre de desigualdades de género y en la que se rompa con la brecha salarial, con la precariedad y con la exclusión de tantas mujeres.

